Ese instante donde te invade la preocupación de ser asaltado por un ladronzuelo de alto vuelo, yo, Amelia Tapia, me encontraba sin haberlo premeditado en una de las zonas más peligrosa de Lima. Sin embargo, no me aturdí y seguí con el alma cerrada. Mi pupila atenta y prendida como linterna de minero, se enfocaba en encontrar la academia de artes marciales. Caminaba a paso lento como si fuera un asaltante de almas distraídas. Pero no. No. Estaba muy asustada. De un maloliente callejón, cinco muchachos salieron como alma en pena. Pero, de inmediato me puse la capucha para fingir ser uno de ellos.
_ Tranquila, solo falta una cuadra más_ pensé.
Sí, no te preocupes. Mira, te bajas en la avenida Tacna con Callao y caminas tres cuadras. Preguntas por mí, el entrenador de Taekwondo.
Listo, No se preocupe, iré en taxi, gracias. Llegaré en punto.
Genial.
Estando en la puerta destartalada de la supuesta academia de artes marciales pensé_Ay, si hubiera conseguido otro entrenador para la entrevista_ Subí, como si estuviera en terreno de guerra, por una estrecha y oscura escalera de madera hasta llegar a la sala de espera, donde se encontraba un anciano completamente descuidado.
_¿Buenos días, por favor con el señor Camilo Suarez? Vine para entrevistarlo.
_Sí, sí…ehmmmm, aún no llega niña, dijo que hoy llegaría a la 3 pm. ¿Lo espera?
Qué tal lo saluda, Amelia Tapia, estudiante de ciencias de la comunicación y lo llamo porque debo entrevistar a un entrenador para un reportaje que estamos realizando. Quería que por favor me conceda una entrevista.
Oh claro, con gusto te espero mañana a las 11 am.